miércoles, 13 de agosto de 2014

Ariely Serafini brillará en el estand de Imcruz en el evento septembrino.

Mide 1,66 m, tiene 24 años, ojos color miel, cabello castaño y un sexy lunar sobre los labios. Ariely Serafini nació en Brasil y se vino a Bolivia cuando tenía seis.

Toda su familia está en el vecino país, excepto su madre y sus dos hermanos, pero no son ellos quienes la retienen en suelo nacional. Se siente una boliviana más, e incluso mira su futuro asentado aquí. “Me crié en Bolivia, prácticamente esta es mi patria”, afirma.

Estudia Medicina, está en cuarto año en la Ucebol, pero congeló la carrera por un semestre para abocarse a algunos proyectos personales, uno de ellos es su tienda virtual de ropa y accesorios femeninos, y otro el deseo de aprender otro idioma, además del portugués y el castellano, que los habla a la perfección.

No es modelo, pero por consejo de una amiga de su madre se presentó a una convocatoria de la empresa automotriz Ovando y resultó seleccionada para trabajar en la Fexpocruz; sin embargo, quiere concentrarse en su carrera. “Es mi prioridad, y después hacer una especialidad, ya sea en Gineología o Cosmetología”, asegura, aclarando que se animó esta vez en el afán de hacer algo productivo con el resto del tiempo que tiene disponible mientras retoma Medicina.

Sus abuelos, que viven en Brasil y a los que visita al menos dos veces al año, le insisten para que ella ejerza su profesión en el país vecino. “Los médicos son mejor gratificados allá; sin embargo, me gustaría quedarme. Existe la posibilidad de que me vaya por unos años, pero sí o sí volveré para poner algún negocio”, dice.

Sus hábitos son muy saludables: no fuma, no bebe, hace una hora de crossfit a diario y eligió ser vegetariana. “Hace cinco años decidí no comer carne porque soy defensora el 100% de los animales, hago campañas por ellos y ayudo a diferentes instituciones”, explica quien antes de decidirse por la Medicina hizo un año y medio de Veterinaria, pero recibió un portazo de la realidad. “Lo dejé porque me pidieron dormir un perro y me negué a hacerlo, es algo cruel”, lamenta



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